dijous, 26 de novembre del 2009

Un lugar donde quedarse

Tras quedarse fuera de la carrera de los Oscars con Revolutionary road, Sam Mendes necesitó desintoxicarse de las estresantes luchas por tan preciada estatuilla, por lo que rodó rápidamente Un lugar donde quedarse. Una película de puro estilo “indie” totalmente alejada de los anteriores proyectos del director inglés.

Burt y Verona, embarazada de 6 meses, recorren los EEUU visitando a amigos y familiares, para decidir cuál es el mejor sitio donde criar a su futuro hijo. Dividida en episodios, veremos el dispar estilo de vida de cada familia, pues ninguna se parece a la anterior. A la vez que sirve de reencuentro con viejos conocidos de la pareja, algo que tiene mucho en común con Flores rotas (esa pequeña maravilla de Jim Jarmusch).

Aunque enfocada en tono de comedia, la película nos enseña con triste ironía la vida de los personajes que visitan. Pues tanto los aparentemente más felices como los que no lo son tanto, esconden dentro una semilla de infelicidad o un trauma personal. Además, vemos como la desgracia de cada familia es proporcional a la compatibilidad de estos con Burt y Verona.

Aunque la conclusión de dónde deciden quedarse, aparece hacia el final de una forma arbitraria, no me parece incoherente con el discurso de la película, pues en la vida real la mayoría de decisiones que tomamos suelen estar fuera de nuestro control.

Lluís Alba

dimarts, 17 de novembre del 2009

Partir

Drama francés de estilo clásico, con argumento clásico y resultados clásicos. Una romántica historia entre una mujer (casada y burguesa) atraída por el macho ibérico que viene a trabajar a su casa. Argumento clásico de cine porno, como bien parodiaban en Torremolios 73, la libido de Kristin Scott Thomas sube cuando ve el peludo cuerpo de Sergi López.

Quizás lo peor de la peli es cuando se salta el esquema temporal más clásico, pues la peli empieza mostrando el final (de manera engañosa). Aunque la directora dice que así el espectador ya sabe que acabará en tragedia, la misma secuencia vista al final está montada de manera diferente. El espectador, más que descubrir una tragedia, descubre la trampa del cine en el que las mismas imágenes pueden servir para indicar dos acontecimientos diferentes. Por suerte, el verdadero final, es más ingenioso que el que se nos muestra al principio. Nuevamente jugando con los recursos cinematográficos vemos un happy end que sería todo lo opuesto si la película durara 5 minutos más.

El resto de la película es de lo más convencional y, a pesar de la poca credibilidad que tiene que una mujer deje una vida de lujo por ir a pasar hambre (debe saciar mucho la butifarra catalana), las actuaciones (y la química) de la pareja protagonista elevan lo suficiente el nivel para no llegar a pensar durante su visionado que se está perdiendo el tiempo.

Lluís Alba

dilluns, 9 de novembre del 2009

Celda 211

Daniel Monzón ha conseguido el sueño (oculto o no) de todo crítico de cine, pasarse al otro lado de la barrera y convertirse en realizador.

Con su cuarta película (si tuviese el ego de Tarantino, lo hubiese anunciando a bombo y platillo antes de los créditos), se decanta nuevamente por el cine serio y vuelve a rodar en castellano tras su incursión al inglés con La caja Kovak, superándola con creces.

Celda 211 tiene excelente ritmo, con un guión que avanza enganchando con cada nueva secuencia que descubre una parte más de la trama. Sin ser una película perfecta (como la mayoría), tiene la suficiente solvencia para mantener el interés durante todo el metraje y, una vez aceptada la idea principal sobre la que se sostiene la película (un funcionario se hace pasar por preso cuando se queda encerrado en un motín), resulta totalmente creíble el (increíble) cambio que se produce en el personaje principal. Además de tocar varios temas difíciles sin descarrilar, como introducir a unos etarras y criticar abiertamente el sistema sin ser una peli de denuncia.

Aunque hay más de un personaje bien escrito e interpretado (Resines vuelve a ser el gran Resines), sin duda el que se lleva la palma es Luis Tosar. Su personaje de Mala Madre se reivindica desde ahora como un nuevo icono del cine español. Si fuera una peli de Hollywood, Todd McFarlane ya hubiese sacado su figurita. Y, si quieren ganar un dinero, apuesten por él como próximo ganador al mejor actor en los Goya.

Lluís Alba

dijous, 5 de novembre del 2009

Petit indi

Esta es la primera película de Marc Recha que tiene un guión convencional: con inicio, nudo y desenlace. También abandona el ambiente rural para mostrarnos su visión de la ciudad. Como no podría ser de otra manera, la ciudad de Barcelona que vemos es la del extrarradio, nada que ver con las Ramblas, el Eixample o la Sagrada família. El barrio de Vallbona y la Meridiana son sus principales escenarios.

Más de un barcelonés, y yo el primero, se preguntará por el barrio de Vallbona. De hecho una vez vista la película he tenido que buscar por internet para ver si realmente existía con ese nombre. Y así es, un barrio perteneciente al distrito de Nou barris, separado de la Meridiana por las autopistas que van a Manresa y Girona. Un ambiente más rural que urbanita, entre el rio Besós y los campos. En ese ambiente se mueve Arnau, un joven introvertido que vive en su mundo de animales, cría jilgueros y los lleva a concursos de canto (sí, de verdad). De su padre no se sabe nada y su madre está en la cárcel de Vad-Ras. Vive con su hermana mayor, el novio de esta y un hermano que aparece de vez en cuando por la casa. Su tío Ramón es la otra figura paternal en la que se puede fijar. Es el tío urbanita de la familia, que cruzó la autopista para vivir en un pisito de la Meridiana y basa su economía en las apuestas de su extinto canódromo (perfecto retrato que hace Recha de ese sórdido ambiente, el cuál sí he tenido la ocasión de vivir y de huir por patas cuando trataba de hacer una fotografía).

El retrato de todo este panorama es lo mejor de la película. Pues cuando toma los caminos del guión convencional, lo es tanto que resulta previsible. Tanto que toda la película busca que el espectador anticipe lo que va a pasar. Hasta llegar a un final tan cruel e inhumano que deja un mal cuerpo al salir del cine que dan ganas de coger a Marc Recha por el cuello para estamparlo contra la pared.

Curioso también es el modo en que actúan los hombres de Recha. Les hace huir de toda gesticulación posible, en la que el joven Marc Soto y Eduardo Noriega parecen unos maestros. Sólo Sergi López parece capaz de expresar algo más con el único gesto que le permite el personaje, aunque supongo que a Marc Recha le debió parecer sobreactuadísimo.

Lluís Alba

The box



Richard Kelly saltó a la fama por Donnie Darko. El boca a boca popular hizo que se convirtiera rápidamente en película de culto. Tras el sonoro fracaso de Southland tales (todavía inédita en nuestro país), Kelly se atreve a reformular un cuento corto del gran Richard Matheson (Button, button) que ya fue el origen de un capítulo de Twilight zone (versión de los 80).

De hecho la película toma como referencia el capítulo de Twilight zone, allá donde este acababa con un interesante final, en The box es el origen principal de la trama. Kelly debió ver que el capítulo dejaba tantas preguntas en el aire que necesitaba responderlas. Así, lo que vemos en la peli, es la posibilidad que imagina Kelly de lo que hay detrás del misterioso Arlington Steward.

Hasta ahí me parece bien, el problema de la película es que la parte interesante está en los primeros 20 minutos. Pues el resto de nuevos misterios que aparecen no tienen demasiado sentido, llegando hasta un final pretendía ser impactante y no lo consigue. Pues todos los acontecimientos que llevan a él son demasiado arbitrarios para llegar creerlos.

Lluís Alba