dimarts, 28 d’octubre del 2008

Transsiberian

La segunda peli de Brad Anderson producida por Filmax sigue evolucionando en la temática del autor. Pasando del terror de Session 9, el thriller fantástico de El maquinista a el thriller con tintes de terror que es Transsiberian.

Es una peli que puede verse a varios niveles. Por un lado, la trama más evidente. Un thriller con drogas, corrupción, crímenes etc… Si escavamos un poco vemos que la película habla sobre una persona que vuelve a enfrentarse a un pasado que parecía tener superado. Pero como ocurre con cualquier exdrogadicto, por mucho que haya dejado las drogas, siempre será un adicto que puede recaer si la tentación está al alcance.

La película gira totalmente entorno al personaje de Emily Mortimer. Un personaje con un pasado conflictivo que parecía haber superado, pero vuelve a ella en este viaje en el Transiberiano. Mientras que, por un lado, está su marido Roy (Woody Harrelson) que representa la bondad, por otro está Carlos (Eduardo Noriega) que representa todo aquello que dejó atrás. Lo que provocará una lucha interna entre sus deseos más primarios en contra de la estabilidad que ha alcanzado con su marido Roy.

Todo esto viene a ser lo que vemos en la primera parte del film, hasta que ocurre algo que no desvelaré aquí. Y entra en escena Grinko (Ben Kingsley), policía ruso que investiga el tráfico de drogas en el Transiberiano. Convirtiéndose más en una peli de suspense de terror como se viene anunciando, incluso llegándonos a mostrar alguna secuencia algo sangrienta (pero sin llegar al gore) más propia del cine de terror.

Lo único que no me gustó de la peli fue el abuso de flashbacks para explicar cosas que ya habían quedado evidentes. Incluso me dio la sensación que este recurso fue obligado por la productora por miedo a que la gente se perdiera algo de la película. Tanto es así, que llega un momento en que hay una sucesión de flashbacks innecesarios que parecen una burla del director contra el que le haya obligado a usar el recurso.

También me pareció un poco artificioso que Eduardo Noriega suelte una palabra en castellano en cada frase que dice. Con decir que se llamaba Carlos y que era español ya quedaba claro.

Lluís Alba

Leerlo en zumbarte.com

dijous, 23 d’octubre del 2008

Camino

Esta película es un cambio radical en la filmografía de Javier Fesser. Pasar de la comedia surrealista de El milagro de P. Tinto y La gran aventura de Mortadelo y Filemón al drama de Camino, como mínimo llama la atención.

Para visualizar este cambio, Fesser ha dejado de lado el estilo característico que ha tenido, hasta ahora, su obra, sobre todo ese ritmo frenético y acelerado que resulta muy bien en la comedia, para pasar a un estilo más pausado y con planos más largos. Aunque no hay un abuso desmesurado de los efectos digitales, sí encontramos como característica común dicha utilización de la infografía, presente en las escenas en la que vemos los sueños de Camino.

Curiosamente, las secuencias surrealistas (que deberían ser a las que Fesser esté más acostumbrado) son las que más chirrían en la peli. Aunque salvo de la quema las que muestra el (inconsciente) miedo que tiene Camino a su madre. Destacando una en la que, homenajeando, a Alicia en el País de las maravillas, Camino ve sus proporciones menguadas al lado de las de su madre.

No sé si pretendía ser una escena surrealista, un momento en la primera operación de Camino. Cuando la duermen, tienen que girarla boca abajo, y se ve el cuerpo desnudo de la niña. Seguramente, al no poder mostrarse el cuerpo desnudo de una adolescente, se sustituyó el cuerpo por una prótesis de gomaespuma que canta un poco por su rigidez y se nota a la legua que no es un cuerpo real. A no ser que fuera un homenaje de Fesser a su hermano, hubiese sido mejor no mostrar el cuerpo desnudo de la niña si no estaba permitido.

Camino trata varios temas, aunque principalmente es el retrato de un grupo de personas que pertenece al Opus Dei. Aunque Fesser sostiene que ha tratado de ser neutral, la peli es una crítica a dicha secta (ups). Pero es cierto que en ningún modo la muestra con un tono burlesco, simplemente mostrándolo con naturalidad ya queda retratado de sobras lo que son esta gente. La sensación que tuve, es la misma como si viera una peli que mostrara como viven integristas islámicos en la intimidad o cualquier otra religión exótica y lejana.

Aunque dónde se nota la mayor crítica al Opus es en la secuencia final, ironizando con el doble sentido los sentimientos reales de Camino con lo que entienden los mayores. Mostrando que cada uno cree en lo que quiere creer. El amor de una adolescente comparado por el amor a Dios de los creyentes.

Otro de los aspectos destacables del film es en el paralelismo entre Camino y su hermana mayor, Nuria. En Nuria vemos la proyección de lo que Camino podría llegar a ser, o al menos lo que pretende su madre, una numeraria del Opus. Mientras que Camino todavía es una niña que sueña con otras cosas más allá del amor a Dios, Nuria ya está en las redes del Opus y es una creyente fiel y sumisa que no tiene personalidad. Para enfatizar más este paralelismo, Fesser ha escogido dos actrices clónicas. De hecho, si sólo viéramos su rostro, cuesta diferenciar quién es Nerea Camacho y quién es Manuela Vellés.

Y es que, en los actores de la película, recae otra de las grandes virtudes de la película. Es cierto que hay algunos planos en lo que no se entiende la exagerada expresión en la cara de Nerea Camacho (tampoco se lo tendremos en cuenta), por lo demás hace un papel muy destacable y, seguramente, estemos ante el descubrimiento de una gran actriz. Pero tampoco hay que olvidar a la mencionada Manuela Vellés, a Mariano Venancio, Jordi Dauder ni a la gran interpretación de Carme Elias.

A pesar de todos los méritos relatados, no me ha parecido una película redonda. No criticaré su larga duración, dos horas y media, porque no me pareció que le sobrara ninguna secuencia (exceptuando el eterno final). Pero está claro que es un handycap para que haya más espectadores interesados en mover el culo de sus casas y depositarlos en una butaca de cine. Lo peor de la peli es cuando abusa en la búsqueda de la lágrima fácil de una manera fácil y tramposa (los sonidos de mocos en la sala competían directamente con los decibelios del Dolby Surround). También pierde la película cuando muestra cosas que ya se habían dado a entender sutilmente antes, como si pensara que el espectador es tonto.

Pero, el balance es positivo. Hay que tenerlos bien puestos en este país para hacer una crítica al Opus Dei abiertamente, esperemos que esto no le pase factura a Fesser por culpa de algún fanático religioso (que de esos hay muchos).

Lluís Alba

dijous, 16 d’octubre del 2008

Quemar después de leer

La nueva película de los Coen llega sin apenas repercusión y sin mencionar que es obra de los triunfadores de la pasada gala de los Oscar. Parece que para los medios generalistas sea más una peli de George Clooney y Brad Pitt, como si de una nueva parte de la saga Ocean’s eleven se tratara.

Como esta película ya estaba preparándose cuando les llegó el éxito del Oscar, todavía es pronto para ver si los Coen cambiarán a partir de ahora. Lo que sí es Quemar después de leer un regreso a la comedia después del thriller seco que supuso No es país para viejos.

Quemar después de leer, en mi opinión, está en un nivel medio-alto de la carrera de los Coen. Es decir, su regreso a la comedia no les ha hecho volver a sus trabajos más mediocres: Crueldad intolerable y, sobretodo, Ladykillers.
Es una película de enredos entre personajes estúpidos, mezquinos, cobardes, infieles, mentirosos etc… Quizás descolocados por los tiempos en que vive la sociedad estadounidense post 11-S.

La acción se sitúa en Washington, centro del poder político de los EEUU. Y todo el enredo comienza en la CIA, despidiendo a uno de sus empleados (John Malkovich), desencadenando todo el desastre que implicará a los protagonistas. Toda una metáfora de lo que suele hacer la CIA en el mundo, crear los problemas que luego no sabe resolver. Queda plasmado con ironía cómo una organización de espionaje internacional como la CIA es incapaz de entender que es lo que ocurre entre los protagonistas del film, y no puede resolver lo que ellos mismos han originado sin darse cuenta. Sus únicas soluciones son evitar que los problemas salgan a la luz pública, esperar que se resuelva solo y mirar para otro lado.

Mientras que los protagonistas son un retrato de lo más mediocre de la sociedad occidental: un George Clooney un adúltero compulsivo y mentiroso, un Brad Pitt haciendo de tonto musculitos, Frances McDormand cuya único objetivo en la vida es poderse hacer una operación de cirugía estética, Tilda Swinton como una mujer fría y calculadora y John Malkovich un irascible alcohólico.

En definitiva, una serie de personajes bien definidos, un buen guión de enredos, que contiene el humor negro tan característico de los Coen, con un doble fondo irónico y un final anticlimático convierten a esta película en la confirmación de que los Coen siguen en el buen sendero y, también con la comedia, vuelven a hacernos disfrutar en el cine.

Lluís Alba

dilluns, 13 d’octubre del 2008

The good, the bad, the weird

Esta fue la última peli que nos presentaron en la maratón de Sitges. Tras 8 horas de películas, se agradece que la última sea una peli de puro entretenimiento y diversión sin demasiadas pretensiones.

No estaba mi cabeza en ese momento para pensar mucho, así que me sumergí en el aspecto visual de esta versión Coreana de El bueno, el feo y el malo. Sus escenas de acción son lo mejor de la peli. Llenas de travellings, planos secuencia que siguen a los personajes, coreografías entre varios actores a la vez. Algo muy difícil de lograr, supongo que por ello se ha llevado el premio al mejor director del festival.

Tenemos a un tipo de protagonista que parece el habitual de las películas coreanas de acción, el típico tonto al que todo le sale bien, a pesar de su ineptitud (parecido al protagonista de The host). El que llega por casualidad al inicio de la película y consigue robar un mapa (que sirve de Mc Guffin del film) buscado por un bandido profesional, un caza recompensas, el ejército japonés, otra banda de bandidos y todos los que se quieran apuntar. Algo que recuerda a la comedia de Stanley Kramer El mundo está loco, loco, loco.

Mientras el protagonista avanza, casi por casualidad. La película va alternando las grandes secuencias de acción con otras más sosegadas. Pero prevaleciendo la comedia por encima de todo. Hasta llegar a una secuencia de acción trepidante de una persecución por el desierto entre todos los mencionados (con gente a caballo, en coche, en moto o corriendo), digna de pasar a la historia como una de las mejores en su género.

La banda sonora tiene influencias de Ennio Morricone (los silbidos y voces) y también de las películas de Tarantino. De la que llega a usar canciones de Kill Bill.

Aunque visualmente tiene una extraña mezcla entre Sergio Leone y Quentin Tarantino, creo que las secuencias de acción tienen la suficiente personalidad como para valorar la película por sí sola más allá de sus influencias.

Lluís Alba

Vinyan

La cuarta película de la maratón de Sitges, venía con un premio del jurado joven del certamen bajo el brazo. No sé cómo se elige ese jurado, ni como ellos deciden qué película les parece mejor. Pero el criterio que han tenido este año da ganas de no volver a ver una película recomendada por estas personas nunca más.

Creo que para ser la cuarta película de una maratón, necesitaba más caña. No es que la película sea desdeñable. Tiene unos créditos fantásticos. Una ambientación y efectos sonoros de lo mejor que he visto últimamente. Unos protagonistas guapos y atractivos, un inicio de historia que promete ser interesante. Pero… eso es todo. Un bonito envoltorio para una película que no pasa nada.

El resumen sería una pareja que buscan a su hijo tragado por una ola del famoso tsunami del 2004, acuden a un traficante de niños para que les muestre todos los poblados escondidos de Birmania para ver si su hijo está en uno de ellos. Todo es eso, hasta los últimos 5 o 10 minutos que la cosa cambia y se acaba la película.

Alguno de los participativos espectadores de Sitges llegó a gritar (cuando llevábamos más de una hora): ¡¿Cuándo empieza la película?! Y, al finalizar fue abucheada por un público decepcionado y quejándose de las personas que habían hecho la elección de este maratón.

Lluís Alba

Let the right one in

De lo mejorcito que he podido ver este año en Sitges es esta película de amor entre una niña vampira y un niño humano. En Hollywood han sido avispados y ante su incapacidad de crear ideas nuevas desde los últimos 20 años ya preparan un remake para el 2010.

Esta película podría ser la respuesta vampírica al Cobardes de Juan Cruz y José Corbacho. En la que vemos a Oskar, de 12 años siendo maltratado en su escuela por el típico chulillo de la clase. Cuando conoce Eli, una niña vampira, la animará a que responda al agresor y se defienda.

Mientras, inician un romance, casi imposible. Una historia de amor tierna, con cierta ambigüedad sexual. El aspecto frágil de Oskar contrasta con la fortaleza de Eli. Que puede llegar a confundir cuál de los dos es el niño o la niña. Esto queda enfatizado por algunos de los diálogos que mantiene la pareja, en la que ella le pregunta si también le gustaría si no fuera una chica. O cuando Oskar le pregunta si (su relación) va en serio, Eli le responde que no es una chica, y él contesta: vale, ¿pero vamos en serio?
Comprendiendo que su relación va más allá de lo sexual. Algo más fácil de explicar en una película de vampiros al tratarse de niños.

Pero, aunque esto sea el hilo conductor del film, en ningún momento se olvida que esto es una película de vampiros. Y tenemos la dosis habitual de sangre, asesinatos, gente ardiendo, alguna escena gore (leve, pero la hay). Y un final con un plano secuencia muy ingenioso.

Lluís Alba

Synecdoche, New York

Con un título difícil: Synecdoche, New York; Charlie Kaufman nos presenta su primera película como director.
También es una peli difícil para el espectador. Que necesita de su implicación para entrar (y no salir) de una obra tan surrealista como esta. Algo más fácil por parte de los que conozcan la obra de Kaufman como guionista.

Mantiene muchas de las características que se pueden ver en Cómo ser John Malkovich o El ladrón de orquídeas. Por un lado la propuesta surrealista, y el ver la película desde dentro y fuera del protagonista (alter ego del propio Kaufman).

Empezamos viendo la película desde una perspectiva más racional, y poco a poco se va mezclando con las partes más surrealistas. Como si de una espiral se tratara la cosa va aumentando progresivamente hasta una ida de olla casi tan propia como las de los últimos films de David Lynch. Sin llegar a alejarse tanto de lo convencional pero sin llegar tampoco a las hipnóticas imágenes del autor de Inland Empire.

No sé si es buscado por el propio Kaufman, pero la aceleración con la que va aumentando la propuesta surrealista, llega a un punto que se llega a comer la película. Quizás fui yo que me salí del film antes de llegar al final. Pero mientras la mezcla de lo real con lo que ocurre dentro de la mente del protagonista produce situaciones novedosas, divertidas, fascinantes… cuando lo surrealista llega a comerse a lo real resulta casi imposible seguir implicado.

Aún así, me quedo con la parte positiva, que es la mayor parte del film, sin llegar a ser una peli tan redonda como sus anteriores trabajos como guionista. Pero, siendo su ópera prima, ya tendrá tiempo para cambiar los (posibles) defectos o quizá no y sea yo el equivocado.

Lluís Alba

diumenge, 12 d’octubre del 2008

City of ember

Esta ha sido la película más floja que he visto nunca en el festival de Sitges. No es que no se hayan proyectado cosas peores, pero con las pocas pelis que puedo ver, no me había tocado nunca una como esta.

En parte fui por la curiosidad de ver por primera vez la gala de clausura, y me di cuenta que no me había perdido nada en todos estos años. Su director, Gil Kenan nos presentó la película rápidamente, al lado de su mujer y con su hijo de pocos meses en brazos (sufrí más por si se le caía el bebé que por las ¿aventuras? que pasan los protagonistas de la peli) y advirtiéndonos que era una película para niños.

Y, así es, una película para niños. Pero para niños muuuuy pequeños. No se la recomendaría a ninguno mayor de 8 años o se aburrirá soberanamente. De hecho he visto episodios de los Teletubbies o de Pocoyo mucho más interesantes.

Además, ver esta película justo después de Ponyo on the cliff by the sea, enfatizaba más el contraste negativo del film. Pues acababa de ver una peli para niños que también era interesante para un público adulto. Cuando llevaba más de media hora de película aún estaba esperando a ver cuando empezaba esto de verdad (sin darme cuenta que eso que estaba viendo era todo).

Los personajes no pueden ser más sosos, y eso que cuenta con buenos actores: Saoirse Ronan (la niña nominada al Oscar por Expiación), Tim Robbins, Bill Murray, Toby Jones, Martin Landau etc... Las situaciones por las que pasan los protagonistas son bastante aburridas, la forma de resolver el misterio y de cómo avanza la película es casual. La única situación en la que están en peligro por la persecución de una rata gigante dura tan poco que no llegas ni a pensar en que te tienes que preocupar.

Hay alguna situación en la que parece que la vis cómica de Bill Murray salve la secuencia, pero sólo lo parece. Como si el propio Murray pensara que para esta película no valía la pena hacer más de un 10% del esfuerzo actoral al que nos tenía acostumbrado en los últimos años.

Y todo eso viniendo del autor de Monster House, una de las mejores películas de animación de los últimos años. Lo dicho, salvo que tengáis un niño pequeño que os amenace de muerte por que lo llevéis a ver esta película, mejor manteneros alejados de los cines dónde se proyecte.

Lluís Alba

Ponyo on the cliff by the sea

Ponyo on the cliff by the sea vuelve a ser una demostración del maestro Miyazaki de cómo hacer una buena película de animación.

Esta vez el argumento es algo más sencillo que su anterior largo, El castillo ambulante, o eso me pareció a mí como espectador occidental. Quizás porque el argumento sea una versión libre (muy libre) de La Sirenita. No por ello la película esté exenta del torbellino de imaginación visual que nos demuestra siempre Miyazaki en sus películas.

El guión, aparentemente sencillo, está lleno de detalles. Todos los personajes están muy bien trabajados, cada uno tiene su personalidad. La madre de Sosuke debe ser el arquetipo que tienen los japoneses de las madres de hoy en día, pues es calcada a la madre de Shin Chan (y eso sin tener a un hijo tan travieso).

Es envidiable el sentido del ritmo, tanto de la película como de sus secuencias, que tiene este señor. Una historia tan sencilla podría llegar a ser aburrida a manos de cualquier otro. Pero las imágenes que nos presenta Miyazaki suelen tener algo casi hipnótico que te hace disfrutar a cada momento. A cada momento encontramos nuevos elementos que nos hace estar atentos, personajes variados (tanto fantásticos como no), situaciones nuevas etc… Que hacen estar pendiente de la película a todo momento pero mostrados de tal forma que no sientas el estrés de estar recibiendo mucha información de golpe.

En estos tiempos dónde se valora más la animación 3D, es un soplo de aire fresco ver una maravilla como esta en 2D, dónde cada elemento ha sido dibujado a mano. Incluso diría que no se ha usado el ordenador ni para animar (o al menos no se nota). Además, los fondos pintados a mano dan un toque especial que enriquece, aún más, a la película.

Sí, estamos ante una nueva obra maestra del autor. Una demostración de cómo hacer una película que sirva tanto para niños como para adultos, cosa que otras películas del festival no han logrado.

Lluís Alba

dissabte, 11 d’octubre del 2008

20th Century boys

La adaptación al cine de uno de los mejores mangas de los últimos años deja la sensación de la mayoría de estas adaptaciones: Ni frío ni calor.
Es bastante fiel al manga, la gran mayoría de planos son calcados a los dibujados por Naoki Urasawa, la historia es la misma, los personajes también etc… Pero toda la fuerza y el interés que tiene la historia cuando la lees se pierde en esta película.

No es que sea una mala peli, pero carece de una dirección con personalidad. En este mismo festival de Sitges, pudo verse Crows-zero y se notaba que detrás estaba un buen director. Pero aquí vemos como se sucede una secuencia tras otra y no podría destacar ninguna por encima de otra.

La peli tiene la suerte que la historia en la que se basa es buena, y mantiene el interés durante sus dos horas y media. En ningún momento se me hizo aburrida y se me pasó el tiempo volando. Pero está claro que cualquier fan, preferirá releer el manga antes que ver varias veces esta película.

Creo que funciona bien como complemento, pero no como película sola. Dudo que alguien que no haya leído el manga se aficione a esta historia a través del film. Pero para los que conocemos la obra original nos lanzaremos corriendo a ella para recordar lo que sentimos leyéndola.

Lluís Alba

dimecres, 8 d’octubre del 2008

Reflejos

Nueva película de Alexandre Aja y nuevo remake. Tras la justamente aclamada Las colinas tienen ojos, ahora se mete en un remake de una cinta coreana: El otro lado del espejo (Geoul sokeru) de Kim Sung-ho. Como no he visto la original no me meteré en comparaciones inventadas.

Tampoco la compararé con los otros dos trabajos de Aja que he visto, porque esta saldría perdiendo. Y no es justo.
Reflejos es una buena película de terror. Más que por su argumento, pues es el típico basado en producciones asiáticas de los últimos años, por lo bien que lo hace Aja. La ambientación está muy cuidada. Casi se puede palpar y respirar el polvo que hay en el hotel en ruinas dónde el personaje de Shuterland debe pasar las noches como vigilante (algo así como una versión oscura de Noche en el museo, pero en vez de muñecos parlanchines revoltosos, se encuentra con espejos que pretenden matarle). Un hotel en ruinas desde hace años, dónde no hay nada que vigilar, pero que sirve de premisa para que Shuterland lo pase mal durante la peli.

Además de un trabajo de mierda, Shuterland lo tiene todo para ser un desgraciado en esta peli: separado de su mujer, expulsado temporalmente del cuerpo de policía, traumatizado por disparar a un hombre, duerme en el sofá de su hermana y es adicto a unas pastillas para evitar ser adicto al alcohol. Con todo ese panorama, es normal que cuando empieza a comentar que los espejos le persiguen y pretenden matarle nadie le crea (aunque si fuese una persona ordenada tampoco le creería nadie en su sano juicio). Con la paradoja de los que vemos la película sabiendo que todo es una ficción nos creemos la historia que nos cuentan.

Aunque se nota que es un trabajo de estudio, Aja puede deleitarnos con su gusto con el gore, a pesar de estar bastante rebajado con respecto a sus anteriores películas. Sí encontramos alguna escena de impacto, como la publicitada de la bañera, que pierde su efecto por habernos mostrado la imagen en todas las revistas y webs que se dedican a este mundillo. Demostrando que cada vez es mejor no ver ni un tráiler ni una foto antes de una peli.

Lo peor de la peli son algunas concesiones que se deben al estudio (que creen que el público adolescente es ignorante, y lo malo no es que tengan razón si no que sus imposiciones surjan de esa premisa). Concesiones como la de los manidos sustos fáciles subiendo el volumen de un grito, un golpe o unos cristales rompiéndose, o la del final demasiado visto ya (como los finales de El hombre sin sombra o El exorcista: el comienzo, versión Renny Harlin).

Por suerte Aja dirige bien ese final y, lo que es mejor, nos acaba la peli con un epílogo mucho más acorde con el resto de peli y con sabor a La dimensión desconocida.

Lluís Alba

dimarts, 7 d’octubre del 2008

Crows zero

Una de las citas habituales en el festival de cine de Sitges es una película de Takashi Miike. Autor que suele rodar 5 o 6 pelis al año, de las cuales vemos una o dos en Sitges. Pero una o ninguna en circuitos comerciales, sea en cine o en DVD.

Este año he podido ver Crows zero (de la cual Miike ya está preparando una secuela), basada en un popular manga de Hiroshi Takahashi. Del cual no tengo referencias, pues no se ha publicado nada en España, aunque no me extrañaría que en breve alguna editorial avispada nos lo traiga.

Se nota que está basada en un shonen manga: vemos los característicos institutos japoneses, estudiantes con la imagen bien caracterizada (ropa y peinados que apenas cambian a lo largo de la película), peleas de artes marciales imposibles etc… Adaptar un manga a una película con actores reales no es fácil, normalmente siempre se nota artificioso y poco creíble, por no decir que cutre.

Por suerte, no es el caso, Takashi Miike rueda las mejores escenas de peleas que he visto nunca. Es la primera vez que veo repartir ostias rápidas y enterarme de lo que está pasando. Acostumbrados a las peleas con montajes frenéticos (con 0,5 segundos por plano) en las que no hay quién entienda nada, da gusto ver una película como esta, en la que disfrutas artísticamente de una buena pelea.

Pero no sólo por eso merece la pena ver la película, además de las salvajes peleas, encontramos escenas con grandes dosis de humor. Un humor muy característico del manga, pero efectivo. Memorable es la escena en la discoteca en la que intentan buscarle un ligue a uno de los matones del instituto que tiene problemas para relacionarse con chicas. Un humor de adolescentes, típico del manga, pero que sirvió para que toda la sala se descojonara.

Quizás haya un pequeño tramo de la película en el que pega un bajón hacia el final, pero, por suerte, este bajón acaba cuando llegamos a la pelea final ¡En la que participan más de 200 personas a la vez!

No será esta una de las películas más características de Miike, aunque es difícil catalogarlo, encontramos alguna secuencia propia de su universo particular. Como una de las pruebas al estilo Humor amarillo que hacen en el instituto en la que Serizawa golpea una bola gigante con el pie para derribar a unos bolos humanos, con un efecto digital de esos que se notan tanto, pero en lo surrealista de las secuencias de Miike queda bien.

Por último me gustaría destacar los créditos del inicio. Sin ser nada novedoso: Un grupo de rock japonés (con peinado friki) cantando con gran fuerza, mientras se alternan escenas que veremos a lo largo del film y vemos como el título Crows zero ocupa toda (pero toda) la pantalla. Logra que nos suba la adrenalina para ver la película con mucha más energía.

Lluís Alba