diumenge, 27 d’abril del 2008

Cobardes

Después de la (grata) sorpresa que supuso Tapas, José Corbacho y Juan Cruz tenían el reto de no defraudar en su segunda película, Cobardes.
Cobardes tiene bastantes similitudes con Tapas: rodada en Hospitalet, película coral sobre las miserias de la gente corriente. Aunque esta vez centrada en el bulling.

Y así se nos ha vendido, como una película realista que refleja los problemas del acoso escolar. Además de algunas pinceladas de acoso en el mundo adulto. Y sí, de eso trata la película. Nos muestra realidades en la que los padres no dialogan con sus hijos, más preocupados por sus propios problemas.

Pero llega a un punto en que la película deja de ser bastante realista, sobretodo en su resolución, que resulta poco creíble. Lo cuál no es un problema, pues como ficción funciona. Lo malo es que se ha vendido la película como una cosa que no es (o no lo es en parte). Poco creíble es que la víctima del bulling salga con la tía buena del instituto, o que los niños de 14 años sean más listos que los psicólogos y logren engañarlos fácilmente.

Lo dicho, es justificable, para que todo encaje en la historia. Una historia de ficción que hubiese quedado mejor (¡OJO!, destripo sutilmente el final, quien no quiera saberlo que no lo lea) si esto fuera el episodio III de Star Wars. De hecho George Lucas hubiese tenido que contratar a Corbacho y Cruz para que la transición de Anakyn Skywalker en Darth Vader resultara creíble y no tan absurda como resultó ser.

Por eso digo que es una gran película de ficción, y que ganará mucho cuando la veamos con la suficiente distancia para no tener presente la campaña de promoción que se ha hecho.

Lluís Alba

Lars y una chica de verdad

Lars y una chica de verdad trata sobre una persona con problemas de comunicación. Vive en el garaje de la casa de su hermano y cuñada. Es tímido, no quiere salir de casa, más que para trabajar e ir a la iglesia. Y no soporta el contacto físico con nadie.

Hasta que un día compra una muñeca de tamaño natural por internet y la presenta a todos como Bianca, su novia sueca-brasileña que va en silla de ruedas. La gente no sabe como reaccionar. Empiezan por seguirle la corriente, hasta que poco a poco, Bianca se convertirá en una más de la comunidad.

Es curioso que una historia tan aparentemente surrealista, funcione y te la creas de principio a fin. Seguramente porque la acción ocurre en un pequeño pueblo en que todos se conocen y sea fácil que todos sepan que le ocurre a Lars.

La película nos muestra, en comparación con otros personajes, que lo de Lars no es tan extraño. Un compañero suyo tiene muñecos de plástico por toda su oficina, otra compañera tiene un oso de peluche al cual tienen que revivir tras quedar ahorcado. Una chica que sale con un chico que no le gusta, sólo para no estar sola. Incluso vemos a una pareja de lo más normal que en una fiesta se muestran más incomunicados que Lars y Bianca.

Todo tiene un tono que va de la comedia a lo patético, muy bien expuesto. Y es extraño por venir de el director de Cuestión de pelotas, aunque supongo que la culpa de que la historia funciona la tendrá su guionista Nancy Olivier, habitual de A 2 metros bajo tierra.

Lo único negativo que se le puede achacar es que dura demasiado para lo que nos quiere contar. Sobretodo cuando ya se nos muestra cómo va a acabar hace que los últimos 20 minutos sean monótonos, a pesar de contar con algunas buenas secuencias.

Lluís Alba

diumenge, 20 d’abril del 2008

Mil años de oración

No es que conozca mucho la trayectoria de Wayne Wang. Sólo había visto el díptico formado por Smoke y Blue in the face. Y en esas películas no sé hasta que punto hay cosas de Paul Auster o de él.

Después pasó por una trayectoria cinematográfica que me hizo colocarlo en el cajón de los directores olvidados, con películas insustanciales (o al menos me lo parecieron) al servicio de estrellas como Jennifer López.
Mil años de oración se anunciaba como la vuelta al cine de autor de Wayne Wang. Triunfadora en el pasado festival de San Sebastián, no sabía exactamente con lo que me iba a encontrar. Con un argumento en el que el padre chino viudo viaja a los EEUU para reencontrarse 10 años después con su hija recién divorciada. Podría ser cualquier cosa, incluso me esperaba más un melodrama pausado.

Para mi sorpresa no fue así, es cierto que el ritmo de las secuencias que siguen al padre son pausadas, aunque es algo siempre muy preferible a los malos autores de videoclips alargados que inundan Hollywood hoy en día. Y, aunque hay espacio para el drama, las escenas que prevalecen son pura comedia. Unas que recuerdan al Jarmusch de Ghost Dog, con los diálogos entre el padre Chino y una señora iraní. Ambos hablan mal el inglés, y acaban hablando entre ellos en chino e iraní. Sin embargo se entienden.

La película nos muestra los encuentros del padre con la gente que vive en el pueblo estadounidense de su hija. La mencionada iraní, unos jóvenes mormones que pretenden enseñarle quién es Dios a un anciano ateo comunista, un tendero de souvenirs que le vende un oso de madera nuevo como si fuera una antigüedad, un ex agente del FBI que es el casero de la hija y una vecina que se pasa todo el día en bikini tomando el sol.

Todas estas secuencias, en tono de comedia, son intercaladas por las que viven en la intimidad de la casa padre e hija, y cómo vemos el abismo generacional y de cultura que hay entre ellos. Mostrándonos que lo que se vive con personas extrañas, ya sea por educación, suele ser más alegre que la dura realidad de la intimidad familiar.

Así avanza la película hasta llegar a un momento clave en el que descubrimos, los motivos del divorcio de la hija y el pasado de su padre en la China comunista.

La película también nos deja una serie de frases para la posteridad. Como la del padre que dice que el comunismo no es malo, sino que está en malas manos. O la del vendedor de antigüedades que le dice que el oso de madera no tiene 300 años, porque si no le costaría mucho más caro, este le sale más barato y conceptualmente es como si tuviera 300 años.

Frases que seguramente se las debemos más a la autora de la novela y guionista del film Yiyun Li. En España tenemos en cartera el estreno de La princesa de Nebraska, también de Wayne Wang a partir de una novela de Li.

En definitiva, me lo pasé muy bien viendo la peli, y hacía semanas que no veía una en el cine que me satisficiera durante la totalidad de su metraje.

Lluís Alba

diumenge, 13 d’abril del 2008

Cashback

Después de una agitada tarde me dirigí a ver Cashback, el primer largometraje de Sean Ellis. Es la ampliación de un corto del mismo nombre.

En el fondo, no es más que la típica comedia romántica adolescente, aunque con suficientes matices para diferenciarla del resto de películas de temática similar. Tenemos a un adolescente protagonista Ben Willis (Sean Biggerstaff, Oliver Wood en Harry Potter), que acaba de ser abandonado por su novia en el último curso de la escuela de arte. Hecho que le impide dormir, así que aprovecha el tiempo libre para trabajar en el turno de noche de un supermercado. Al no dormir adquiere la capacidad de parar el tiempo y lo dedica a observar a las personas con detenimiento, como si fueran fotografías, incluso a desnudar a las chicas para poder observarlas. Siempre de un modo artístico.

La película tiene tintes autobiográficos, las secuencias de las chicas desnudas en pausa, son referencia del pasado como fotógrafo de Sean Ellis. También lo son sus flashbacks, en la que vemos a Ben de niño como ve por primera vez a una chica desnuda, al convivir en su infancia con una estudiante sueca que pasaba desnuda de la habitación al baño sin ningún reparo. Lo más curioso es que en la escuela de arte, cuando tienen que dibujar a un modelo desnudo, es un hombre mayor con flatulencias. Cuando lo más normal sería ver alguna chica desnuda.

Aunque todo esto nos haría pensar que Sean Ellis, aprovecha su trabajo para poder ver cuerpos femeninos, realmente es lo habitual en el mundo del arte, donde suele haber más modelos femeninos que masculinos. Algo que viene dado desde principios de siglo (pasado) en el que la mayoría, o la totalidad, de alumnos y profesores eran hombres. Así que era más agradable que las modelos fueran mujeres.

La película tiene una serie de personajes secundarios cómicos, que hacen que esta película sea una comedia y no un drama romántico con tintes sobrenaturales. Para empezar su amigo de la infancia que va de ligón sobrado, pero vemos en todos los flashbacks como le han ido rechazando todos los intentos de ligue. Lo vemos en forma de slapsticks, muy típicos pero que siempre funcionan. Después tenemos al jefe y compañeros del supermercado, cuyo ambiente sería una mezcla entre The office (sin llegar, ni de lejos, a sus altura) y American Pie. De hecho uno de los compañeros es clavado a Seann William Scott. Y también añadiría un cierto parecido al primer Torrente con la inclusión de un personaje que cree saber artes marciales.

También podría decirse que la película tiene un aire a Jumper, por los poderes (metafóricos o reales) que tiene el protagonista y su parecido físico con Hayden Christensen.

No sé si estará hecho adrede pero la película empieza con unos efectos especiales algo toscos, pero poco a poco van mejorando, hasta llegar a la nevada bella secuencia final. Donde los efectos digitales no tienen nada que envidiar a la Industrial Light and magic.

En definitiva, es una peli más que correcta, quizás algo irregular. Además de recordar a todo lo que he dicho anteriormente, en general tiene un aire a las primeras películas de Kevin Smith mezcladas con el universo de Daniel Clowes.

Lluís Alba

dijous, 10 d’abril del 2008

TRAILER - Rebobine, por favor




Estreno el 11 de abril de 2008